El hummus está más que asentado ya en nuestra cocina cotidiana con mil versiones de supermercado y en la carta de los más dispares bares y restaurantes. Ahora bien, la moda ha traído igualmente hummus infames, pastosos, densos, muy grasos, grumosos o sin sabor, algo que podemos solucionar preparándolo en casa al gusto.
Los defensores de la elaboración tradicional más purista no admiten otra receta que no parta de garbanzos secos dejados a remojo, incluso los más intransigentes reniegan del uso de batidoras o procesadores de alimentos para machacar todo a mano. Nosotros somos más prácticos y recomendamos fervientemente el uso de la tecnología, que para eso se ha inventado.
¿Cómo es el hummus perfecto? Gustos aparte, esta crema untable de Oriente Medio debe ser melosa, sedosa, cremosa y suave, rica en sabor y aroma pero también de textura ligera, casi como una sedosa muselina. Y para lograr esa textura hay dos trucos muy fáciles que podemos aplicar en casa sin tener que añadir más grasa o agua, que solo estropearían el resultado rompiendo el equilibrio.
Los elementos clave son la temperatura y el bicarbonato sódico.
Así puedes mejorar tu hummus casero
Escurre los garbanzos de bote y ponlos en una olla o cazuela añadiendo agua hasta cubrirlos ligeramente. Añade una cucharadita de bicarbonato sódico, mezcla y lleva a ebullición. Baja el fuego y deja que cuezan suavemente durante unos 20 minutos. Si se desprenden algunas pieles, retíralas con una espumadera.
Mientras, empieza a triturar en una batidora o robot los demás ingredientes para tener una crema de base homogénea. Cuela de nuevo los garbanzos y añádelos triturando todo mientras aún están calientes; es importante que no se enfríen. Continúa triturando hasta obtener la textura deseada, solo agregando algo más de tahina, limón o aceite de oliva si al terminar consideras que hace falta.
Sirve el hummus tibio, a la manera tradicional, con un chorrito de aceite de oliva virgen extra, perejil picado, comino molido y pimentón al gusto. Si lo haces con antelación, tápalo con film tocando la superficie para que no haga costra y caliéntalo en el microondas a baja potencia antes de servir, con un poco de agua si se ha secado demasiado.
Nos hemos acostumbrado a tomar el hummus frío porque en los restaurantes suelen tenerlo ya preparado y así lo sacan directamente de la nevera o cámara, y también porque solemos comprarlo hecho del súper, de la sección de refrigerados. Pero lo tradicional es servirlo templado, logrando una mejor textura y también mucho más sabor.
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