Seguramente esta sea una de las recetas más fáciles que haya publicado jamás y, también, una de las más sabrosas. Creo que, si eres amante de las flores de alcachofa, coincidirás conmigo. Y si eres de los que gusta de quedar bien sin apenas esforzarse, adorarás esta receta de alcachofas al horno pues no te despeinarás al hacerla. Palabrita.
Las alcachofas al horno no requieren de más ingredientes que aceite de oliva virgen extra y sal, igual que las suculentas flores de alcachofas confitadas, así como de un buen cuchillo y un horno en el que asarlas. Parece mentira que, con tan poca cosa, se pueda conseguir un resultado tan fabuloso. Además, tienen una presentación preciosa. ¡Nos gusta todo de esta receta!
Retiramos un par de capas de hojas de la base de las alcachofas y cortamos el tallo, que podemos reservar para otra elaboración como, por ejemplo, un revuelto con alcachofa o un salteado de alcachofa. Buscamos poder colocar la alcachofa sobre su base, así que procuraremos que la parte inferior de las alcachofas quede plana.
Cortamos también la parte superior de las alcachofas, retirando las puntas que son duras y sin miedo de cortar demasiado. Colocamos las alcachofas boca abajo y las presionamos, con fuerza como si les diéramos un puñetazo, con la palma de la mano para que se abran y las hojas se separen unas de otras.
Volteamos las alcachofas de nuevo y las colocamos en una bandeja de horno. Sazonamos la parte superior de cada una de ellas y las rociamos con un chorrito de aceite de oliva virgen extra. Es importante que sea de buena calidad, pues esto se notará en el resultado final.
Introducimos las alcachofas en el horno, pre-calentado a 180ºC con calor arriba y abajo, y las asamos durante aproximadamente una hora (todo dependerá del tamaño y la calidad de las alcachofas). Retiramos la bandeja del horno, dejamos reposar 10 minutos y servimos las alcachofas calientes, ya sea como guarnición o como entrante.
BRA Bandeja rustidera, Negro, 30 cm
Con qué acompañar las alcachofas al horno
Las alcachofas al horno son una manera ligera y natural de disfrutar de tan rica verdura. Son muy vistosas, pues las hojas se abren y asemejan flores una vez asadas. Se pueden servir como entrante, como parte de una comida o cena de picoteo, o como guarnición de un plato principal. Las hojas exteriores se desechan y se comen sólo las del interior, que quedan tiernas y jugosas como se aprecia en la imagen de portada.
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