Prometo que estas tostadas con piña no son un intento cutre de un intento de reproducir la pizza hawaiana inventando una versión exprés casera. Yo crecí con ellas cuando mi padre suizo se animaba a preparar la cena para la familia, por lo que nunca me resultaron extrañas hasta que ya fui más mayor y consciente del mundo que me rodeaba. Y resulta que son un plato casi de cocina viejuna germana.
El nombre no da lugar a engaños, pues las tostadas Hawái son una réplica de la pizza hawaiana en sus ingredientes clave. Y demuestran por qué la pizza con piña sí es una receta válida y que además hace gala de combinar acertadamente sus sabores y texturas; otra cosa es que, por puro gusto personal, no sea de tu agrado.
Es una elaboración nacida en la Alemania de los años 50, una década un poco complicada para el país germano, y que por cercanía y cultura asimilaron también los suizos. Sencilla, rápida y sorprendentemente sabrosa, sus ingredientes son muy simples y baratos: pan de molde, fiambre de jamón cocido, un queso fundente, piña en conserva y pimentón dulce.
Son unas tostadas o tostas que se hacen al horno en pocos minutos, pues tras tostar ligeramente el pan con un poco de aceite de oliva -o mantequilla-, no queda más que alternar capas de jamón, piña y queso, horneando hasta que este se derite y gratina un poco, para servir calientes con pimentón y algo de pimienta al gusto.
Lógicamente, serán más ricas si el pan es bueno -con un tipo brioche quedan de lujo-, el jamón cocido de buena calidad y el queso más que decente y bien fundente. La piña tiene que ser en conserva o no sabrá igual, es parte de la gracia del asunto original. Y el pimentón dulce le va que ni pintado.
Con unas patatas fritas caseras, es una cena de capricho perfecta para una noche de fin de semana en casa.
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