Hacía ya algún tiempo que tenía echado el ojo sobre esta receta de sopas de miel, un postre canario, concretamente de la isla de La Palma, que se prepara en carnaval. Lo más típico es hacerlas con melaza o miel de caña, que aporta un toque tostado, pero con miel de abejas de calidad también salen exquisitas.
Su origen se encuentra en los antiguos cañaverales y trapiches azucareros de La Palma, establecidos en la isla durante el siglo XVI.
Los sobrantes de miel, a los que se llamaba “espumarajes”, eran aprovechados por los operarios y obreros, que hacían sopas de pan en el dulce jarabe. Todo ello derivó en esta humilde pero rica receta que se prepara en todas las familias de la isla.
Empezamos poniendo las almendras sobre una tabla de madera y picándolas de modo irregular con un cuchillo procurando que no queden demasiado trituradas, sino que haya algunos trozos más grandes que otros. Cortamos el pan a rebanadas y lo reservamos.
En un cazo ancho y bajo, ponemos la miel, el agua, los anises, la corteza de limón y la canela y lo llevamos al fuego. Cuando empieza a hervir, añadimos la almendra picada y las rebanadas de pan, dejando que se empapen bien con la mezcla, dándoles la vuelta y colocándolas después en una fuente.
Con qué acompañar las sopas de miel
Lo cierto es que esta receta de sopas de miel es lo suficientemente dulce y contundente como para no necesitar de ningún acompañamiento, pero precisamente por su intenso aroma y sabor creo que cuando vuelva a prepararlas, porque pienso repetir, las serviré con una bola de helado de vainilla. El contraste tiene que ser delicioso. Como maridaje, nada mejor que un buen café que equilibre tanto dulzor, aunque los más golosos no le harán ascos a un chocolate.
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