La plataforma de alquiler de viviendas vacacionales Airbnb no ha dejado de crecer en todo el mundo desde su nacimiento en 2008, pero ha sido el efecto pospandemia el que provocó un verdadero boom que se ha vuelto en su contra. Así lo ha admitido Brian Chesky, consejero delegado y uno de sus fundadores, en un ejercicio de autocrítica reconociendo que han perdido su esencia inicial.
En una reciente entrevista concedida a Bloomerg, Chesky asume la crisis por la que está pasando la plataforma en un año especialmente difícil en el que han confluido varios factores, todos propiciados por un auge acelerado y descontrolado del sistema, un crecimiento para el que ni los propios responsables estaban preparados para asumir.
"Nunca construimos del todo los cimientos", admite en la entrevista, "[Airbnb] tenía cuatro pilares cuando necesitábamos tener diez". Si en el año 2021, con el principio del fin de la pandemia y de las restricciones, la empresa experimentó máximos históricos en sus beneficios, ya desde el año pasado la situación empezó a cambiar sustancialmente, y todo se ha precipitado en 2023.
La oferta de viviendas de alquiler aumentaba pero la demanda ha ido disminuyendo, provocando el descontento de los anfitriones al mismo tiempo que crecía la polémica en las ciudades por la invasión de pisos de alquiler que expulsa a los vecinos ante el aumento de los precios y las molestias que ocasionan los turistas.
A principios de este año, la empresa se enfrentaba a lo que se ha llamado Airbnbust, protestas masivas de los anfitriones molestos por la reducción de los márgenes de beneficio y el temor a una posible burbuja del negocio del alquiler a corto plazo. Las restricciones anunciadas por Nueva York este verano para frenar la actividad de Airbnb y cualquier otro sistema de alquiler turístico han puesto la puntilla a una crisis con la que Chesky entona el mea culpa.
Esencialmente, se trata de un problema de precios. Se ofertan demasiadas viviendas a precios cada vez más elevados, sin que esto se traduzca necesariamente en mejores servicios, lo que está alejando a los potenciales huéspedes. Paralelamente, su principal competidor Vrbo está ganando clientes precisamente cuidado más al cliente, al adelantarse poniendo en marcha un programa de fidelización de usuarios con diversas ventajas.
Chesky reconoce todos estos problemas pero ha adelantado que tienen planes para "poner nuestra casa en orden" y corregir el descontrol que les ha llevado a enfrentarse a los anfitriones, usuarios y ayuntamientos. "Queremos que los precios se muevan y sean más competitivos frente a los hoteles", apunta el CEO.
Además de pedir a los propios anfitriones que bajen los precios, ha adelantado que están trabajando en una herramienta específica para que puedan comparar los precios con la competencia y los alojamientos hoteleros, y así poder reajustar sus tarifas. Si un viajero va a encontrar tarifas hoteleras por el mismo precio o más baratas, con mejores servicios y más comodidades, es lógico que prefiera el hotel.
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