Sucedió el pasado sábado 9 de septiembre. Dos depósitos de una bodega local, Levira Distillery, explotaron liberando a la calle 2,2 millones de litros de vino tinto, que enseguida formaron un caudaloso río.
Las imágenes del suceso han dado la vuelta al mundo pero, más allá de las perdidas económicas para la bodega, el accidente solo ha provocado la suspensión de las clases en el municipio durante tres días, y no por el vino, sino debido a la contaminación del aire provocada por la explosión en la bodega.
Los bomberos y la Policía Local llegaron enseguida a la zona y evitaron que el vino llegara al cauce del cercano río Cértima, lo que podría haber ocasionado una catástrofe medioambiental. Los bomberos lograron desviar el río, que acabó drenando en el campo.
Tras el accidente, la fábrica emitió un comunicado donde asume la responsabilidad de lo ocurrido y se compromete a reparar los daños ocasionados: “Asumimos toda la responsabilidad de los costes asociados a la limpieza y reparación de los daños, teniendo equipos disponibles para hacerlo de forma inmediata”.
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