Tenía la intención de seguir la receta de puerros con jamón rebozados que Karlos Arguiñano ha preparado en su programa al pie de la letra, pero en un momento de despiste se me olvidó envolver los puerros en jamón y nació esta versión vegana. Y, oye, que me ha encantado equivocarme.
Esta es una de esas ocasiones en las que las cosas salen bien y estos puerros rebozados en salsa de verduras han triunfado en casa. Quedan tiernos, jugosos y suavísimos. La salsa está para comerla a cucharadas. En mi recetario quedan incorporados para siempre.
Probaré, igualmente, a hacer la receta original. Esas lonchas de jamón envolviendo los puerros antes de ser rebozados y fritos han de aportar un toque de sabor brutal. No me cabe la menor duda de ello. Mientras tanto...¿te animas con esta versión? Te cuento cómo se hace.
Limpiamos los puerros retirando las partes verdes (que guardamos para otras elaboraciones) y el extremo inferior. Quitamos también un par de capas y los lavamos bien para retirar posibles restos de tierra. Los cortamos por la mitad y cocemos en una olla con abundante agua salada durante 20 minutos a fuego suave. Retiramos del agua de cocción y reservamos.
Mientras tanto pelamos y picamos los dientes de ajo, la cebolla, la zanahoria y el pimiento verde. Rehogamos todas las verduras al tiempo en una sartén con un poco de aceite durante el tiempo necesario para que queden bien tiernas.
Incorporamos el vino, el caldo y la salsa de tomate. Cocemos durante 15 minutos más. Después trituramos las verduras para obtener una salsa homogénea. A continuación rebozamos los puerros en harina y huevo batido y los freímos en abundante aceite. Servimos sobre la salsa de verduras y decoramos, opcionalmente, con una hojita de perejil.
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Con qué acompañar los puerros rebozados en salsa de verduras
Hace poco que descubrí esta receta, pero ha tardado cero coma en incorporarse a mi recetario. Es ideal para servir como primer plato de un menú completo o como plato único si acompañamos los puerros rebozados con una ensalada mixta o de hojas verdes y un buen trozo de pan. La salsa lo pide a gritos. Está tan buena que merece la pena hacer cantidad y congelar para otras ocasiones.
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