La salsa de pesto tradicional es una salsa muy versátil. Es un magnífico acompañamiento de pasta, aunque también se puede usar para dar un poco de alegría a las pizzas, aliños, bocadillos, tostas y otras preparaciones.
Se puede variar al gusto y adaptar a las preferencias de cada cual jugando con las hierbas, los frutos secos, el queso, etc. Y eso es, precisamente, lo que he hecho en esta ocasión. Aprovechando, además, unas pieles de limón. Ya sabéis que aquí no se tira nada.
El proceso, además, es muy sencillo y rápido. Basta con triturar todos los ingredientes hasta obtener una pasta homogénea, sin tropezones, y listo. Ya podemos usar nuestro pesto de limón para acompañar un plato de espaguetis o cualquier otro uso que se nos antoje.
Preparamos todos los ingredientes. Pelamos el diente de ajo y retiramos el germen. Retiramos la parte más gruesa de los tallos de las hierbas: menta y perejil. Raspamos el interior de la piel del limón para que no queden restos de parte blanca (que amarga). Troceamos el grana padano.
Colocamos todos los ingredientes en el vaso de un robot de cocina, junto con el aceite y una pizca de pimienta negra y sal. Trituramos hasta obtener una salsa homogénea. Si lo vamos a usar en el momento, añadimos un poco de agua de cocer la pasta para aligerar el pesto. En caso contrario, guardamos el pesto en la nevera y lo consumimos en un máximo de tres o cuatro días.
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Con qué acompañar la salsa pesto de limón
La salsa pesto de limón es muy versátil. En casa la utilizo, generalmente, para acompañar pastas, aliñar ensaladas, como sustituto de la salsa de tomate en pizzas o untada sobre rebanadas de pan con huevo revuelto por encima, o tuneada para aperitivos. Las posibilidades son infinitas.
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