Llevo toda la vida insultando a los hippies que comen tofu porque no sabe a nada. Ahora lo tomo todas las semanas

Llevo toda la vida insultando a los hippies que comen tofu porque no sabe a nada. Ahora lo tomo todas las semanas
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Aunque cuando salieron sus mejores discos yo ni había nacido, me pasé toda mi juventud escuchando a Siniestro Total o Ilegales. Yo iba de punki, y si mis grupos favoritos hablaban de matar hippies o les exhortaban a usar jabón ni que decir tiene que el tofu era un alimento proscrito. Al fin y al cabo ¿qué hay más hippie que comer tofu?

En realidad, es todo un sinsentido. No hay tribu urbana que más haya promocionado el veganismo que el punk, que cuenta con un sinfín de bandas que llevan el antiespecismo por bandera, en los 80 y hoy en día. Pero yo era más del Capitán Entresijos que de Crass y, aunque los Smiths me gustaron mucho tiempo después, Morrisey siempre me pareció un poco gilipollas. ¿Meat is murder? No, gracias.

Hoy en día sigo escuchando mucho punk, pero hace décadas que se me pasó la tontería adolescente propia de las tribus urbanas –solo los mods aguantan con estas chorradas hasta la vejez–. Y también se han ido modulando mis preferencias alimenticias.

No tengo planeado dejar de comer carne, y me sigue pirrando un buen torrezno, pero tengo claro que todos deberíamos reducir nuestra ingesta de proteína animal, por motivos de salud y medioambientales, independientemente del siempre complejo debate sobre el bienestar animal. Y el tofu puede ser un gran aliado en este sentido.

Salteado

El tofu está rico

Mis prejuicios sobre el tofu eran demasiado fuertes. “No sabe a nada”, repetía una y otra vez. Es cierto, el tofu no sabe a gran cosa –aunque depende de la calidad del mismo–, pero lo mismo podríamos decir del arroz o de la pasta. Igual que estos cereales, el tofu sabe a lo que le eches, pero es más importante la textura que aporta los platos. El problema es que en España no tenemos tradición y no sabemos cocinarlo.

Precisamente he aprendido a usar el tofu como sustituto del arroz y la pasta. Y, sí, ya sé que el arroz y la pasta también pueden cocinarse con vegetales, pero engordan más y sacian menos. Justo lo que trato de evitar.

El tofu es ideal como comodín para hacer más saciante cualquier plato de verduras, ya sean unas sobras de pisto manchego o un sencillísimo salteado de pimiento y cebolla con salsa de soja, que se ha convertido en uno de mis platos de diario.

Ahora bien, es importante cocinarlo como es debido: eliminando su exceso de humedad y friéndolo aparte para que tenga una textura crujiente, que es lo que más aporta a los platos.

Una vez le coges el truco, tenemos a nuestra disposición un ingrediente muy saludable y versátil, que nada tiene que ver con los insípidos platos que imaginamos.

Mi siguiente objetivo es aprender a preparar el tofu blando, que es más difícil de encontrar, pero tienen siempre en supermercados asiáticos. Este es el protagonista del mapo tofu, un plato picante chino, típico de la provincia de Sichuan, que estoy deseando hacer en casa. Quizás me he convertido en un hippie sin saberlo. ¿Qué será lo próximo? ¿Llevar sandalias?

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