Tengo la suerte de tener una madre estupenda que además es una gran cocinera. Aunque también prueba cosas nuevas, suele ser fiel a sus platos, y es raro el día en el que en una de nuestras largas conversaciones telefónicas no comentemos alguna receta. Desde la distancia, a veces me doy el capricho de homenajearla con uno de sus postres estrella, el pan de Calatrava, una especie de pudin de pan que ella hace con magdalenas.
Es uno de los postres más típicos de Murcia, aunque por supuesto no es exclusivo de la Región. En realidad no es más que un pudin o budin, de ingredientes humildes y preparación sencilla. Como tantos platos de la cocina tradicional, seguro que en cada casa tienen su toque particular. La que traigo yo es la receta de mi madre de toda la vida, con cantidades a ojo e instrucciones muy vagas. He procurado tomar nota de las medidas para reproducir la receta, y, aunque nunca me saldrá igual que a mi madre, puedo afirmar con alegría y nostalgia que he conseguido acercarme mucho a ella.
Precalentar el horno a 200ºC. Primero prepararemos el caramelo, que se puede elaborar directamente en el molde que vayamos a usar o en una sartén aparte. Calentar tres cucharadas de azúcar con un chorrito de agua hasta que se disuelva y empiece a tomar color. Cubrir el fondo del molde y dejar templar un poco.
Trocear groseramente las magdalenas con las manos y repartirlas por el molde. Separar las claras de las yemas de los huevos y batir las primeras casi a punto de nieve. Añadir las yemas y batir un poco más con unas varillas a manos. Incorporar la leche, el azúcar, la ralladura de limón y una pizca de canela. Mezclar todo con suavidad.
Verter en el molde con cuidado, dejando que se empapen bien las magdalenas. Poner al baño maría y hornear durante unos 25-30 minutos, hasta que al pinchar con un cuchillo salga limpio. Dejar enfriar, desmoldar en una fuente colocándolo boca abajo y guardar en la nevera hasta el momento de servir.
Con qué acompañar el pan de Calatrava
El pan de Calatrava se puede preparar con antelación si lo guardamos en la nevera, incluso a mí siempre me ha dado la impresión de que está más rico al día siguiente. Recomiendo dejarlo templar un poco a temperatura ambiente para disfrutar mejor de su sabor y su textura suave. Es un postre sencillo pero delicioso, acompañado del café de sobremesa, té o una copita de licor dulce.
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