Deseando que pase por fin la cuarta -¿y última?- ola de calor de este año, en casa hemos cambiado las ensaladas de verano y el gazpacho por una de las cremas frías que más nos gustaron el año pasado, y que viene firmada por Karlos Arguiñano. Tiene una textura melosa que gana muchísimo al servirse bien fresquita, y su sabor ligeramente dulzón se potencia con el digestivo toque de una especia muy nuestra.
El color no da una pista, pues se trata de la crema fría de zanahoria y manzana, un plato de cuchara refrescante, saciante y nutritivo, cargado de fibra y vitaminas, que además está enriquecido con un poco de nata líquida, sumando así nutrientes y proteínas. Por supuesto, se puede sustituir por una versión sin lactosa o vegetal, o incluso omitirla para agregar un poco de leche y hacerla más ligera.
El comino es una especia que combina muy bien con la zanahoria, y que además de equilibrar los sabores de la receta logra que sea un poco más digestiva. Nos gusta añadir a la hora de servir unas cuantas semillas en grano, que si pasamos por la sartén sin aceite tendrán mucho más aroma. Si no eres aficionado al comino, puedes cambiarlo por cilantro en grano -con su sabor cítrico que no tiene que ver con la hierba-, tomillo o romero.
Con un poco de buen pan o añadiendo un huevo cocido picado, incluso unas anchoas de guarnición o jamón, la cena será más que satisfactoria, incluso las noches de calor más sofocantes.
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