¿Imagináis unas croquetas que explotan en la boca? Lo más de lo más ¿verdad? Pues tal cual son las croquetas líquidas y con su receta celebramos el Día Internacional de la Croqueta, por todo lo alto, y engordamos nuestro -ya extenso- catálogo de croquetas. Se comen de un solo bocado, para evitar que el relleno se derrame por nuestras pecheras y terminemos poniéndonos perdidos.
La receta de croquetas líquidas os va a volar la tapa de los sesos y no solo porque su textura es la bomba, sino también porque son más sencillas y rápidas de preparar que las tradicionales. El quid de esta receta está en añadir gelatina neutra a la masa que, una vez fría queda consistente y se deja manipular sin problema y, al pasar por la sartén, se funde dentro de la capa de empanado. ¡Todo un espectáculo para el paladar!
En este caso las hemos preparado de queso gorgonzola, pero podéis sustituirlo por otro queso o hacerlas con los rellenos que más os gusten. Desde los más clásicos, pollo, jamón y huevo o bacalao, hasta los más innovadores, queso y mostaza de Dijon, salmón, sobrasada, puerro confitado, calamar en su tinta, entre otros.
Introducimos las láminas de gelatina en un recipiente hondo con abundante agua fría y dejamos que se hidraten durante un mínimo de diez minutos. Mientras tanto cortamos el queso gorgonzola en tacos y reservamos.
Preparamos una bechamel muy clarita. Olvidad la bechamel tradicional de croquetas, esta tiene que quedar muy fluida. En una cacerola calentamos la mantequilla y añadimos la harina, removemos para integrar y dorar durante un par de minutos. Añadimos la leche poco a poco y removemos de nuevo con unas varillas para evitar que se formen grumos.
Cocemos la harina durante 15 minutos, añadiendo el queso gorgonzola a media cocción y removiendo para ayudar a que se integre. Salpimentamos al gusto y apagamos el fuego. Escurrimos la gelatina y la añadimos a la cacerola. Aunque se fundirá por efecto del calor, removemos bien para que quede integrada.
Vertemos la masa en una fuente rectangular y dejamos enfriar antes de pasar a la nevera. Dejamos reposar y gelatinizar hasta el día siguiente o un mínimo de 10 horas.
Un par de horas antes del momento en que queremos servir las croquetas, retiramos la masa de la nevera y la cortamos en cubos pequeños de bocado. Hay que tener en cuenta que estas croquetas se meten enteras en la boca, así que ojo con el tamaño del corte.
Rebozamos las croquetas en un doble empanado para asegurarnos que quedan bien cubiertas y no se abren durante la fritura. Pasamos cada cubo por harina (retirando el exceso), huevo batido, pan rallado, huevo batido y pan rallado. Ahorraremos mucho tiempo usando nuestra técnica de rebozado de croquetas en cero coma.
Una vez rebozadas todas las croquetas las introducimos en la nevera durante una hora para que solidifiquen un poco y el rebozado se seque. Cuando llegue el momento, calentamos abundante aceite en una sartén y freímos las croquetas de dos en dos a fuego muy alto (200ºC). Buscamos que el rebozado se dore rápidamente y las croquetas pasen en el aceite en menor tiempo posible para evitar posibles roturas.
Dejamos escurrir las croquetas sobre papel absorbente antes de servir, siempre recordando a los comensales que no muerdan las croquetas sino que las introduzcan en la boca enteras. Se comen de un bocado. De lo contrario se podría derramar el relleno y quemarse o ensuciarse.
Con qué acompañar las croquetas líquidas
Estas croquetas líquidas se comen como pipas y son perfectas para presentar a la hora del aperitivo o en un bufé informal junto a otro tipo de platos: ensaladas, tortilla de patatas, tabla de quesos, panes, dips variados, etc. Hay que comerlas de un solo bocado, de lo contrario se corre el riesgo de ponerse perdido con el relleno.
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