Hemos estado tantas semanas disfrutando de la fruta de verano, que corremos el riesgo de desperdiciar la oportunidad para preparar deliciosas mermeladas. Aprovechando que tenemos fantásticos melocotones en el mercado, jugosos, dulces y muy aromáticos, es el momento de convertirlos en una golosa conserva para disfrutarla durante los próximos meses, como hicimos en invierno con la mermelada de naranja.
Una ventaja de hacer mermelada de melocotón casera en plena temporada de esta fruta es que podemos usar un bajo porcentaje de azúcar. Con buena materia prima no hace falta mucho más para conseguir resultados de primera categoría, con una mermelada muy versátil y que admite todas las variaciones que se nos ocurran.
Recordemos que el azúcar no solo endulza, también actúa como conservante y espesante, por lo que si reducimos su contenido siempre hay que cuidar al máximo la esterilización y conservación de los tarros. Aquí tenemos más detalles del proceso para hacer conservas caseras; si vamos a consumir los botes inmediatamente, podemos guardarlos simplemente en la nevera sin hacer el vacío. La cantidad de azúcar y fruta determina los tipos de mermelada diferentes.
Los melocotones no tienen una gran cantidad de pectina, por lo que es útil recurrir a gelificantes especiales, pectina en polvo o, directamente, azúcar para mermeladas. Otra opción es agregar una manzana pelada o una pequeña cantidad de agar agar, que ayude a gelificar. Pero el sabor de esta mermelada es tan fantástico que la textura final importa menos, siempre que no nos quede muy líquida.
Con estas cantidades saldrán unos 4-6 tarros, dependiendo del tamaño que tengan. Es conveniente comenzar lavándolos bien y esterilizándolos en el horno a 100º C o hirviéndolos en agua, incluyendo las tapas.
El primer paso es lavar, pelar y trocear los melocotones, retirando el hueso, procurando no desperdiciar nada de su jugosa pulpa. Deben ser ejemplares sin daños, en su punto de maduración pero sin pasarse, jugosos y muy aromáticos, que sean dulces por sí mismos. Pesar ya preparados hasta obtener, aproximadamente, un kilo y medio de fruta.
Colocar en una olla grande, preferiblemente de fondo grueso, y añadir el azúcar. Remover bien y dejar unos 10 minutos para que el azúcar se empiece a disolver con los jugos de la fruta. Añadir el zumo de limón, remover y poner al fuego. Colocar un plato pequeño en el congelador para comprobar después el punto de espesor.
Llevar a ebullición, bajar la temperatura y mantener una cocción suave. Remover constantemente con suavidad, retirando la espuma que pueda salir. Continuar cociendo unos 30-45 minutos; dependerá del punto de los melocotones y la potencia del fuego.
Cuando estén muy tiernos y casi deshechos, triturar si se desea con una batidora de brazo -minipimer-, dejando trozos de fruta más enteros al gusto. Probar el punto echando una cucharadita en el plato congelado; pasados unos segundos debería estar espesa. Devolver al fuego si fuera necesario para cocer y reducir unos minutos más.
Proceder a envasar según el método habitual que sigamos en casa, o según se describe aquí. Si queremos conservar los tarros durante meses en la despensa tendremos que volver a esterilizarlos una vez llenos hirviéndolos en agua durante unos 30 minutos, procurando que haya hecho efecto vacío.
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Con qué acompañar la mermelada de melocotón
La mermelada de melocotón es una de las más clásicas de desayunos y meriendas, deliciosa simplemente acompañando un buen pan, sola o con mantequilla, incluso hace una gran pareja con quesos frescos y cremosos. Además es perfecta para rellenar pasteles y galletas, glasear frutas en tartas o dar brillo a otros dulces. Y también se puede emplear en platos salados, particularmente en marinados y salsas para carnes, sustituyendo a la de albaricoque sin problemas.
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