Somos conscientes de que esta receta de huevos revueltos contradice en casi casi todos los puntos la forma en que se recomienda hacer tradicionalmente esta preparación. En realidad ambas técnicas son son compatibles, pues solo depende de las ganas que tengamos de complicarnos la vida en la cocina, y también del gusto personal. Pero este sorprendente método para hacer un revuelto sin sartén ni gota de grasa, merece, al menos, probarlo una vez en la vida.
Los huevos no nacieron con manual de instrucciones y todos podemos tener gustos diferentes a la hora de comerlos. Si ya hay debate en torno a cómo debe ser el huevo frito perfecto, la tortilla de patatas imbatible o cómo de cuajada debe estar la yema en los cocidos, el revuelto no se queda atrás. Mi padre, por ejemplo, los bate con energía porque le encantan muy aireados y esponjosos, al contrario de lo que defienden muchos profesionales.
La receta que nos ocupa hoy es una técnica desarrollada por el chef estadounidense Daniel Patterson, conocido por su afán de experimentación, de simplicar la vida en la cocida y de cuestionarse los porqués, como expone en su libro 'The art of flavour'. Un día, para ahorrar tiempo y evitar tener que lidiar con la suciedad del huevo en su sartén de hierro, probó a cocinar el desayuno en agua hirviendo. Y el resultado, hay que admitir, es sorprendentemente satisfactorio, como la tortilla de claras de huevo.
Para obtener un mejor resultado, es recomendable cascar los huevos sobre un colador de malla fina para que suelten el agua que suele tener la clara; si son fresquísimos nos lo podemos ahorrar. Poner una olla o cazuela de tamaño medio con abundante agua a calentar a potencia media, con la tapa para que coja temperatura más rápido.
Depositar los huevos en un cuenco, salpimentar y romper la yema con un tenedor o unos palillos, revolviéndolos sin batir en exceso para no introducir demasiado aire, o hacerlo al gusto. Cuando el agua rompa a hervir en una intensidad media, añadir un par de pizcas de sal y remover el agua en espiral con una cuchara grande para formar un remolino.
Echar los huevos batidos en el centro, tapar y contar 20 segundos. Apagar el fuego, destapar y escurrir los huevos cuajados sobre el colador de malla fina, o sacarlos con una espumadera. Dar unos golpecitos para sacar el máximo de agua (se pueden pasar por papel de cocina) y servir inmediatamente.
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Con qué acompañar los huevos revueltos
En Estados Unidos suelen tomar los huevos revueltos en el desayuno o brunch (a cualquier otra hora se considera un capricho o excentricidad), pero nosotros podemos disfrutarlos sin remilgos en un almuerzo ligero o para cenar, con una ensalada, en bocadillo o con tostas, o una guarnición de verduras, pisto o salsa de tomate casera.
Para darles sabor podemos aderezarlos con queso parmesano o similar recién rallado (como en nuestro caso), un toque de sal en escamas y pimienta recién molida, además de algunas hierbas frescas. Un buen chorrito de aceite de oliva virgen extra de calidad, en crudo, tampoco hará nada de daño.
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