¡Cuántas veces habremos oído eso de "Desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo"! Un refrán popular que viene a decirnos que es mano de santo eso de comer más por la mañana e ir disminuyendo la ingesta calórica conforme va avanzando el día. Sobre todo si buscas perder peso de una forma sensata a la par que saludable. Según esto, lo que importa no es tanto lo que comemos, sino cuándo lo comemos.
Pues bien, ahora resulta que uno de los consejos más populares de las últimas décadas queda en entredicho según un reciente estudio que viene a poner en cuestión otros muchos estudios que defendían que elegir el momento más adecuado para cada una de las comidas influía de manera relevante en la cantidad de peso que se pierde. Te contamos todos los detalles sobre esta nueva teoría a continuación.
Lo que siempre se ha dicho
Aunque ya hemos dado buena cuenta de qué es lo que solía aconsejarse hasta ahora a aquellos que querían perder peso de una forma saludable y sin necesidad de tener que hacer una dieta demasiado complicada, lo cierto es que todo aquello tenía su lógica (no es que nos hayan vendido una patraña durante años).
Y la lógica detrás de esta teoría es la siguiente. Partiendo de que todas las células del cuerpo siguen el mismo ciclo de 24 horas que nosotros y que los relojes circadianos, que están repartidos por todo el cuerpo, se encargan de regular los ritmos diarios de la mayoría de nuestras funciones biológicas, incluido el metabolismo, tenía todo el sentido que los científicos afirmasen que la forma en que procesamos las comidas varía en función de los diferentes momentos del día. Es lo que se conoce como “crononutrición” y está demostrado su enorme potencial a la hora de ayudar a mejorar la salud de las personas.
Además, dos estudios de 2013 llegaron para reforzar esta creencia aún más. Ambos nos invitaban a consumir más calorías durante las primeras horas de la mañana y hacer todo lo contrario conforme se iba acercando la noche porque esto ayudaba a las personas a perder peso.
Lo que dice ahora un nuevo estudio
Como ya te hemos contado al principio, la aparición de una nueva teoría va a hacer que te cuestiones si tiene sentido seguir haciendo las cosas de esta manera. Y es que este nuevo estudio ha determinado que, si bien el tamaño del desayuno y la cena influyen en el apetito autoinformado, no tiene ningún efecto en nuestro metabolismo ni en la pérdida de peso.
A grandes rasgos, lo que ha ocurrido es que un equipo de investigadores de las universidades de Aberdeen y Surrey, con el fin de investigar el vínculo entre el tamaño del desayuno o la cena y su efecto en el hambre, han llevado a acabo un estudio con personas sanas pero con sobrepeso. Básicamente, los participantes recibieron dos dietas, y cada una debían llevarla a cabo durante cuatro semanas. Por un lado, una dieta que consistía en un gran desayuno y una pequeña cena, y por otro, un pequeño desayuno con una gran cena. Los almuerzos eran los mismos.
El paso siguiente consistió en detallar cada una de esas comidas para saber saber exactamente cuántas calorías consumían los participantes del estudio. Para ello, midieron el metabolismo de cada uno y tomaron buena cuenta del número de calorías que habían quemado.
Sus predicciones, como era de prever, apuntaban a que un gran desayuno y una cena pequeña aumentarían las calorías quemadas y la pérdida de peso. Pero no fue así, ya que los resultados del experimento demostraban que el peso corporal en ambos casos era el exactamente el mismo, no había ninguna diferencia. Y tampoco hubo sorpresas en lo relativo a los niveles diarios de glucosa en sangre, insulina o lípidos. Ten en cuenta que esto es importante porque los cambios de estos factores en la sangre están asociados con la salud metabólica.
Lo que deberías hacer (si quieres perder peso)
Este estudio que acabamos de comentar también sugiere que la forma en la que nuestros cuerpos procesan las calorías por la mañana en comparación con la noche tampoco influye en la pérdida de peso. Donde si se apreciaba un cambio era en lo relativo a la sensación de hambre autoinformada y a la cantidad de comida que querían comer. Y es que se comprobó que los que habían disfrutado de un gran desayuno y una cena pequeña tenían menos hambre durante el resto del día. Y esto último puede ser muy útil para quienes buscan perder peso, ya que puede te ayuda a controlar mejor el hambre y, en consecuencia, a comer menos.
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Ahora bien, como en tantas otras investigaciones, hubo una serie de limitaciones en este estudio que reconocen los propios autores. Poe ejemplo, solo estudiaron el comportamiento de los participantes durante cuatro semanas para cada una de las dietas. Y hay investigaciones que sostienen que tienen que pasar al menos cuatro semanas para apreciar diferencias en cuanto a los efectos de la ingesta de energía temprana versus tardía. También es verdad que el hecho de que ni las calorías consumidas ni las calorías quemadas hayan cambiado un ápice durante cuatro semanas muestra que es poco probable que el peso corporal cambiase en caso de que el estudio fuera más largo. Otro detalle a comentar es que a los participantes se les permitió elegir la hora exacta de cada comida, aunque la diferencia entre unos y otros debió ser insignificante.
En cualquier caso, queda claro que la crononutrición es un área de investigación apasionante que aún tiene que sorprendernos con muchos titulares. Y es que cada vez hay más pruebas de que el horario de las comidas puede desempeñar un papel importante en la mejora de la salud de muchas personas. Otra cosa muy diferente es que tenga un peso relevante a la hora de perder peso, como se pensaba anteriormente.
Así que lo mejor es que, de la mano de un dietista o un nutricionista, elijas qué es lo que puede te funcionar mejor a ti, teniendo en cuenta cuál es tu objetivo y en cuánto tiempo vas a querer alcanzarlo. Sobra decir que el ejercicio es parte importante el proceso, ya que esto hará que se puedan ver resultados un poco antes.
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